Se practica primordialmente en verano, en plantas frondosas de hoja perenne o en coniferas, para conseguir plantas nuevas.
El punto de injerto deberá estar lo más abajo posible del tronco, para que luego se pueda disimular mejor o incluso tapar con tierra. Practíquese un corte oblicuo en el patrón, de 3 a 5 cm de longitud. Luego se pone el injerto con la punta debidamente preparada en forma de cuña; ésta «púa», de unos 3 a 5 cm de largo, se ata con rafia al patrón, y se cubre el punto de inserción con cera para árbol, para evitar que la herida se deseque, y que penetren agua o parásitos.
Cuando, al año siguiente, empiece a brotar la púa, se habrá unido ya al patrón. Entonces, éste se puede cortar oblicuamente, por encima del punto de injerto. Si no se trataba de crear un arbolito nuevo, sino de añadir una rama a un tronco demasiado largo, hay que tener en cuenta que al dar forma de cuña al injerto, ésta debe tener un lado más corto. Al insertarla, esta superficie de corte más pequeña estará en el lado del tronco, y así el injerto crecerá con un ángulo más natural.
lunes, 3 de agosto de 2009
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