miércoles, 29 de julio de 2009

Modelado de formas sobre roca

Para las formas en las que una o varias plantas arraigan sobre la roca, sin estar en contacto con la tierra, se recomienda el siguiente método de plantación.

Se inicia la preparación con la elección de las plantas y piedras. Es aconsejable usar arbolitos ya hechos. Pueden tomarse Bonsai jóvenes y viejos, o Bonsai en miniatura. En cualquier lugar es posible encontrar piedras decorativas, que den sensación de vida por su forma interesante, y que tengan una fuerte coloración, que resulta mucho más expresiva que las tonalidades de blanco o gris.

Observe bien su hallazgo para determinar si se podrá convertir en un paisaje rocoso, o bien simbolizar una montaña, un islote en el mar, o acaso un escarpado acantilado. Estos son los modelos naturales preferidos por los aficionados al Bonsai, y que también pueden verse representados como Saikei. La piedra debería tener también la superficie rugosa, con hendiduras y pequeños huecos naturales, para introducir las plantitas en ellos.

Una vez determinado el derecho y el revés de la piedra, y lo que va a ser arriba y abajo, se puede mejorar la superficie de apoyo con cemento rápido Racofix, o bien se procede a pulirlo cuidadosamente con una herramienta apropiada (o disco abrasivo). Después se ahondan las hendiduras con ayuda de un escoplo, si fuese necesario, para que los arbolitos tengan suficiente espacio para las raíces y la tierra.

A continuación se preparan los ejemplares y las correspondientes plantas cubridoras. Se necesita musgo fresco, una mezcla a partes iguales de turba y arcilla húmedas, que resulta muy útil por su buena adherencia a la piedra; también alambre de cobre o de aluminio; pegamento de dos componentes o en su lugar trocitos de plomo (bolitas o perdigones), con el correspondiente martillo y punzón; grapas en forma de horquilla, que se habrán confeccionado con el alambre, y acaso un taladro, con broca para piedra, de un diámetro de 6 mm.

Hay dos maneras de fijar los alambres, que posteriormente servirán para sujetar las plantas sobre la piedra.

Con el taladro se pueden practicar agujeros a ambos lados de la hendidura, e introducir los alambres doblados en forma de U, con el doblez hacia dentro.

Los alambres se aprisionan con ayuda de trocitos de plomo que, una vez introducidos en el agujero, se aplastan con el punzón y el martillo. Resulta más sencillo confeccionar unas bridas con el alambre y fijarlas sobre la roca con pegamento de dos componentes, y pasar luego a través de ellas un alambre de sujeción.

Antes de estos preparativos convendría volver a comprobar la situación de las plantas en la piedra, sosteniéndolas a modo de prueba en sus sitios previstos. Un consejo para las plantaciones con diferentes clases de árboles: también aquí hay que respetar las leyes naturales, plantando las coniferas en las regiones altas, los heléchos y las gramíneas, en cambio, abajo.

A continuación se humedece la piedra con agua, y se revisten todos los huecos con una capa de la mezcla de turba y arcilla, de un espesor de 1 a 2 cm. Hecho ésto, se pueden introducir las plantas. Previamente las raíces se habrán limpiado de gran parte de la tierra, quitándola con un palillo o lavándolas con agua. Se puede conservar en el cepellón de raíces tanta tierra como quepa en el hueco.

Se fijan las plantas con ayuda de los alambres. Las raíces que sobresalgan y no sea posible meter en el hueco, nunca hay que cortarlas, sino que se extienden repartiéndolas sobre la roca. Se cubren todas las raíces con una capa lo más gruesa posible de la mezcla de turba y arcilla. Luego se colocan las plantas cubridoras, se sujetan con alambre y se fijan con la mezcla de tierra húmeda. Finalmente se cubre todo con porciones de musgo húmedo, que se sujetan con las horquillas de alambre.

Toda la roca plantada se coloca en una bandeja plana y ovalada, llena de agua o de arena blanca, y se sitúa en algún lugar resguardado del viento, a media sombra. Las plantaciones en roca se resecan con mucha facilidad, y para evitarlo hay que rociarlas con frecuencia, lo que se hará con suavidad para no arrastrar la tierra en las plantaciones recientes, a causa de un riego a excesiva presión. Transcurridas unas 8 semanas se puede proceder a la primera aplicación de abono (con abono líquido). En este tipo de Bonsai sobre roca no se hace ningún trasplante, ni se le podan las raíces. Solamente hay que ir reponiendo la tierra que el riego haya arrastrado. Estas plantaciones con plantas sobre la roca, han de ser preservadas de las heladas, ya que de lo contrario las raíces se podrían desprender de la piedra.

Para dejar crecer un Bonsai por encima de la roca, se necesita una planta con raíces muy largas. Se puede escoger un plantel de vivero, bien enraizado, que esté dentro de un recipiente alto y que en consecuencia haya desarrollado raíces largas. Esta planta se podrá modelar como Bonsai antes o después de su trasplante sobre la piedra. También se pueden utilizar árbol i tos recolectados en el monte, que con frecuencia también desarrollan raíces largas.

Si se desea transformar un Bonsai en uno sobre roca, se puede estimular el crecimiento en longitud de sus raíces mediante el siguiente procedimiento. Trasplántese, por ejemplo, un ejemplar selecto de Acer palmatum desde su cuenco de Bonsai a una maceta o cubo de plástico alto y estrecho, que tenga aproximadamente la altura de la piedra escogida. El cubo se llenará con tierra más ligera que la tierra de Bonsai, por ejemplo una mezcla de turba y arena. No hay que olvidarse de practicar en el cubo unos agujeros de desagüe para el drenaje. Las raíces del árbol trasplantado podrán crecer ahora en sentido longitu-dinal, sin ningún impedimento. Cada 3 ó 4 meses se puede cortar una tira de unos 5 cm de la parte superior del cubo, quitando la tierra correspondiente, de manera que la parte alta de las raíces quede al descubierto. De este modo las raíces que permanecen cubiertas de tierra crecerán aceleradamente, para compensar la masa de raíces que se han dejado descubiertas. En el transcurso de 1 ó 2 años se van cortando cada vez más tiras, hasta que sólo queden unos 5 a 8 cm de raíz bajo tierra. A partir de este momento el Bonsai está ya preparado para su trasplante sobre la piedra. Este trasplante se puede realizar en primavera o en otoño, pero en esta última estación sólo cuando el Bonsai no tenga que soportar heladas durante el invierno siguiente.

Antes de colocar el arbolito sobre una piedra, se quita toda la tierra de sus raíces. Esto se puede hacer rascándolas cuidadosamente con un palillo, o sumergiéndolas repetidamente en agua. De esta forma se podrán distribuir con mayor facilidad las raíces por encima de la piedra. Se pueden eliminar algunas raíces sueltas, que tal vez resulten demasiado gruesas y sean un estorbo para la buena colocación, si se comprende que la planta puede prescindir de ellas. Las demás raíces no se recortan.

A continuación se meten todas las raíces en un baño de arcilla pastosa, pues por ser muy propensas a resecarse, de este modo quedarán cubiertas con una delgada capa protectora de arcilla. Luego se coloca la planta sobre la piedra, pudiendo atarla con tiras de rafia en caso necesario. Las raíces se reparten de forma decorativa, a ser posible las más bonitas hacia delante. Los extremos de las raíces se introducen en la tierra.

Todas las raíces que están colocadas sobre la piedra se cubren con turba gruesa humedecida o con musgo Sphagnum, lo que les proporciona una protección adicional contra el desecamiento. El musgo y la turba se sujetan sobre la piedra envolviéndolos con vendas de gasa.

Después de todo este procedimiento, su Bonsai estará algo debilitado y, al igual que si se tratara de un arbolito joven recién trasplantado, necesitará cuidados especiales, que ya se han descrito en relación con las otras formas sobre roca.

Hay que mantener el vendaje siempre con una humedad moderada. Después de 4 a 6 meses se podrá retirar, junto con la turba y el musgo, pues entonces la planta ya habrá echado nuevas raíces en el cuenco. El Bonsai y la piedra forman una unidad, y al cabo de dos o tres años se trasplantan juntos.

domingo, 26 de julio de 2009

Formas sobre roca

Hay dos formas fundamentales en la educación de un Bonsai sobre roca: Bonsai que tienen sus raíces en la misma roca y que no tienen ningún contacto con la tierra del tiesto, y Bonsai cuyas raíces crecen rodeando la roca, hasta llegar a arraigar en la tierra.

Se consiguen buenas plantaciones sobre roca, si las plantas, las piedras y el cuenco forman una unidad. Tendrán naturalidad si, al igual que se hace con los bosques de Bonsai o con el Saikei, se realiza un croquis para poder decidir mejor cómo combinar las piedras y las plantas de la forma más idónea. Naturalmente ello depende de qué parte de un paisaje rocoso se pretenda reproducir, y de la perspectiva que se escoja. Se puede elegir entre un paisaje visto de cerca o visto de lejos. Estas reflexiones determinan la correlación entre sus dos elementos básicos. Las piedras se convierten en verdaderas montañas rocosas si los árboles que se han plantado encima son de tamaño pequeño, pero se vuelven pedruscos si los árboles las dominan en su tamaño. En el primer caso se tratará de plantas arraigadas sobre la misma piedra; en el segundo caso, de plantas cuyas raíces, rodeando la piedra, han arraigado en el suelo. Pero también hay muchas variantes de estas formas principales; por ejemplo, las raíces de un Bonsai sobre roca pueden extraer las sustancias nutritivas en parte de la misma roca, y en parte de la tierra del cuenco. Las plantas pueden estar ya previamente modeladas y alambradas , antes de ser colocadas en la roca, o pueden haber recibido sólo una educación muy primaria.

La realización de Bonsai sobre piedras le permitirá dejar correr la imaginación ilimitadamente. Sin embargo, se debería evitar que piedras y plantas relacionadas entre sí sean del mismo tamaño, pues ésto restaría naturalidad y vida a la plantación.

Los recipientes utilizados para plantar Bonsai sobre roca suelen ser bandejas poco profundas, en colores reposados y neutros.

jueves, 23 de julio de 2009

Bosques de Bonsai

En un bosque de Bonsai los árboles sueltos se correlacionan de tal forma, que dan la impresión de ser un grupo homogéneo.

Todos los tipos de bosques que se pueden encontrar al natural, es factible reproducirlos como bosques de Bonsai. Encontramos así espesos y oscuros bosques de abetos; claros y alegres bosques de hoja caduca; bosques azotados por el viento a la orilla.del mar; pequeños bosquecillos de altiplano y muchos más.

Se pueden crear diferentes perspectivas. Hay bosques de Bonsai que parecen vistos de cerca, como al detalle; otros, que dan la impresión de profundidad. Los bosques costeños, por ejemplo, son estrechos y alargados, en forma de franja. También hay que considerar como características específicas la edad, la forma y el estado de los árboles.

Se dispone pues de muchas posibilidades para crear un bosque, ya que la naturaleza nos da muchos modelos. Un bosque de Bonsai sólo quedará bien, si se consigue captar la atmósfera particular que caracteriza cada tipo de bosque. Para conseguir reproducir este carácter hay que tener en cuenta unas cuantas reglas en la realización del bosque. Los bosques de Bonsai resultan ideales para principiantes que ya han adquirido el sentido para las diferentes formas de árboles y bosques en la naturaleza. Son muy agradecidos desde el comienzo, porque el bosquecillopronto está plantado y «listo». No es necesario esperar años para acabarlo, y en todo momento es posible corregir y modelar su creación, quitando o cambiando árboles, o simplemente trasladándolos de sitio. Como se trabaja con árboles jóvenes, de 2 a 8 años de edad, el precio de coste inicial es también muy ventajoso.

El mismo aficionado los puede recolectar en el bosque. Al igual que para un Bonsai individual, son preferibles las plantas de hojas pequeñas, y especies que soporten una poda rigurosa en la raíz. Esta poda es a menudo necesaria, puesto que los grupos de árboles se plantan en macetas de muy poca profundidad. A ser posible es conveniente que todas las plan-titas sean de la misma planta madre. Su herencia común hará que tengan el mismo tamaño y color de hoja, y el mismo crecimiento en altura. El grupo de árboles será más homogéneo y ganará en armonía.
Más fácil es conseguir la materia prima en viveros forestales, pues allí se puede encontrar gran variedad de planteles.

Los bosques mezclados resultan muy atractivos, pero con el tiempo su cuidado puede ocasionar problemas. El crecimiento y las condiciones de vida de los diferentes árboles son muy distintos entre sí, y los árboles pueden estorbarse mutuamente en su desarrollo. Por ello, es preferible escoger una especie determinada para el bosque de Bonsai. Son muy indicadas las diferentes especies de arce, bambúes, hayas, abetos rojos, carpes, enebros espinosos, alerces, criptomerias, stewartias, olmos y cipreses.

La mejor época de plantación es a principios de primavera, antes de que se abran las yemas, porque entonces la planta todavía soporta una fuerte poda de la raíz. También se puede plantar el bosquecillo a principios de otoño, cuando las raíces hay que podarlas sólo moderadamente.
La mezcla apropiada de tierra para el bosque de Bonsai es la misma que para un Bonsai individual de la misma especie.

Antes de empezar la plantación, se hace un croquis y se determina la posición de cada árbol. Para la formación de un grupo de árboles que tenga un aspecto natural, pueden ser de ayuda las siguientes reglas: escoger un número impar de árboles, si el grupo es reducido. Con ello es más fácil evitar la simetría que a menudo se produce en grupos de 4, 6 u 8 árboles, y que puede ocasionar un aspecto algo artificioso del bosquecillo.

Para un bosque de Bonsai habría que colocar los diferentes arbolitos como si se tratara de un retrato de familia de principios de siglo, con el árbol más importante y dominando en altura y grosor del tronco, el padre, en primer plano, la madre a su lado, y los de menor importancia a su alrededor, como si se tratara de los hijos. De este modo el grupo quedará dividido en subgrupos, que le dan mayor naturalidad y profundidad al bosquecillo. Para conseguir todavía una mayor sensación de profundidad, se plantan los arboli-llos mayores más hacia delante, y los pequeños detrás. Al plantar los diferentes árboles, se giran de tal forma que las ramas largas queden en dirección hacia fuera. Ningún árbol debe tapar a otro.

Al formar un grupo de árboles es tan importante el espacio libre como los árboles en sí, porque ésto es lo que convierte el bosquecillo en un paisaje.

Antes de plantar se preparan los cuencos o macetas para Bonsai en la forma habitual. Hay que colocar mallas de plástico sobre los agujeros de desagüe. Luego se coloca una capa de grava para el drenaje, muy delgada, puesto que el cuenco tiene poca profundidad, y encima una capa de tierra de Bonsai, asimismo muy fina. Primero se plantan los árboles principales, luego los otros. Puede haber dificultades al fijar los distintos árboles. Se pueden resolver por dos métodos diferentes:

1) Pasando un alambre por los agujeros de desagüe, se fijan los árboles principales al suelo del cuenco. Una vez estén asegurados, se pueden atar los árboles secundarios a los principales, y asegurarlos también a su vez. No se debe olvidar el retirar los alambres al cabo de aproximadamente medio año.

2) Con una mezcla mojada de turba y arcilla, se puede formar una bola pesada con el cepellón de raíces de cada planta, que íes dará peso y estabilidad. De este modo podrán sostenerse con facilidad en sus respectivas posiciones.

Después de haber rellenado todos los espacios libres con tierra de Bonsai, ésta se aprieta, especialmente en los bordes del cuenco. Encima se colocan porciones de musgo, y se riegan bien los arbolitos, colocándolos después en un lugar resguardado. Pasadas de 4 a 6 semanas, el bosquecillo se puede empezar a acostumbrar al sol y se abona ligeramente.

domingo, 19 de julio de 2009

Formas que se pueden plantar solas o en grupos


Hokidachi. Escoba En un tronco vertical las ramas forman un abanico (como una escoba de brezo).


Fukinagashi. Azotado por el viento En un tronco educado de forma inclinada, las ramas crecen todas en una sola dirección, como azotadas por el viento.


Bunjingi. La forma de los literatos El tronco, o troncos, crecen rectos o ligeramente inclinados, limpios de ramas salvo en la copa. Una forma muy elegante.


Ishitsuki. Enraizado en piedra Un arbolito que ha crecido sobre o dentro de una piedra y cuyas raíces la rodean fuertemente hasta llegar a arraigar en la tierra.

jueves, 16 de julio de 2009

Árboles de varios troncos y grupos de árboles

Los japoneses sienten aversión por los números pares, y sólo es usual el número dos. Evitan especialmente el cuatro y el seis. Así pues, prescinden deliberadamente de la simetría, tan importante para un europeo. Estos criterios inciden en gran manera en el modelado de Bonsai.
Sokan. Tronco gemelo Dos troncos de diferente grosor crecen de la misma raíz (padre e hijo).
Sankan. Triple tronco Tres troncos de diferente grosor crecen de la misma raíz (padre, madre e hijo).


Kabudachi. Tronco múltiple Es la denominación que se da a todos los Bonsai en los que varios troncos crecen de la misma raíz.


Ikada. Forma de balsa Se entierra un tronco en la tierra en posición horizontal. Las ramas se educan de manera que parezcan diferentes troncos.


Netsuranari. Forma reptante De una raíz horizontal crecen varios troncos, dando la impresión de un grupo de árboles.


Yose-ue. Bosquecillo Se plantan varios árboles de distintas edades en un cuenco. Se consigue así la impresión de un bosque.

lunes, 13 de julio de 2009

¿QUÉ ES UN BONSAI? Introducción e historia

Un Bonsai es un árbol o arbusto que se cultiva en un recipiente. Raras veces sobrepasa una altura de 70 cm; así y todo nos da la impresión de que estamos viendo un árbol, tal y como se ven en la naturaleza. Traducido literalmente Bonsai significa: Bou, bandeja o cuenco, y Sai, árbol o planta, o sea «árbol plantado en un cuenco». El Bonsai es un árbol en miniatura, que se cultiva en un cuenco y se asemeja al de tamaño natural. En sus países de origen, en el Extremo Oriente, se le considera una expresión de la armonía entre cielo y tierra, entre hombres y naturaleza. El trasfondo espiritual del Bonsai hay que buscarlo pues en la filosofía de la vida oriental. La mentalidad asiática aspira a esta armonía entre hombre y naturaleza, a través de una identificación con el proceso completo del crecer y devenir.

Para ello, ¿hay mejor ejemplo que el cultivo de Bonsai?

El amante del Bonsai se toma tiempo para el cuidado y la contemplación de sus arbolitos. Con ellos experimenta el ritmo de las estaciones y desarrolla su creatividad para la formación y modelado de dichos arbolitos. Relajación, descanso y un equilibrio mental compensan por todo el acopio de tiempo y cuidados que requiere el Bonsai.

¿Quién no se entusiasma con estos valiosos arbolitos que, cultivados en cuencos, se asemejan en todo, menos en tamaño, a los árboles naturales? Por supuesto, la realización y los cuidados de un Bonsai requieren un poco de habilidad. Pero el que tenga buenas manos para las plantas podrá disfrutar mucho de su Bonsai.

Los chinos fueron los primeros en plantar arbolitos en cuencos. El Bonsai ha perdurado hasta hoy en día en la cultura china, y se puede encontrar en cualquier sociedad china, aunque sea fuera del propio país, como por ejemplo en Hong-Kong, Singapur, Taiwan o Tailandia.
Los «maestros» chinos de Bonsai distinguen todavía hoy entre «Pun-sai» y «Pun-ching». Muchos se refieren a las dos formas de Bonsai con el concepto de Pen-jing. «Pun-sai» tiene el mismo signo de escritura que el japonés Bonsai, y significa: árbol sin paisaje en un cuenco. Por contra, «Pun-ching» significa: árbol con paisaje en una maceta o una bandeja. Estos «pun-ching» se remontan a los principios de la dinastía Han, por los años 215-206 antes de J.C., cuando paisajistas chinos empezaron a reproducir en miniatura los ya por entonces famosos jardines de rocalla. Según una leyenda, Jiang-feng poseía el poder mágico de miniaturizar en una bandeja paisajes con rocas, montañas, árboles, ríos, casas, hombres y animales. Aparte de los «pun-ching», esos paisajes en miniatura con rocas y árboles, que tanto se aprecian aún hoy en China, encontramos por primera vez mencionados los «pun-sai» durante la dinastía Tsin (221-206 antes de J.C). Fue un famoso poeta y alto funcionario, To-Guen-Ming (365-427 después de J.C.) que, hastiado de los asuntos de estado, se retiró al campo y se puso a cultivar crisantemos en macetas. Debe haber sido el principio del cultivo de plantas en maceta, pero condujo a los árboles en miniatura, pues 200 años más tarde, en pinturas de la época Tang, ya encontramos pinos, cipreses, ciruelos, bambúes, etc., plantados en cuencos.

Aún antes del año 1000, durante la dinastía Sung, no sólo se describen estos Pun-sai en poesías, sino que existe ya una extensa literatura especializada sobre su creación.

Durante la pacífica época de la dinastía Ching (1644-1911), los Pun-sai y los Pun-ching se convirtieron en una ocupación de tiempo libre, no sólo de la aristocracia, sino de todos los estratos sociales de China.

Sin embargo, no fueron los chinos los que divulgaron el arte del Bonsai en los países occidentales, sino los japoneses, primero con ocasión de la Exposición Mundial de París en 1878, y después en Londres, en 1909.

Seguramente fueron monjes budistas los que en los siglos X y XI llevaron el Bonsai al Japón. Para ellos se trataba de objetos religiosos, «escalas verdeantes hacia el cielo», o sea, un nexo entre Dios y el hombre.

Durante la dinastía Yuan (1280-1368), ministros y mercaderes japoneses solían regresar de sus viajes por China con Bonsai como regalos de cortesía. Se sabe de un funcionario chino, Chu-shun-sui, que en 1644 huyó de la dominación manchú y llegó al Japón, llevando consigo todos sus libros especializados sobre Bonsai. Con sus conocimientos fomentó decisivamente el cultivo del Bonsai propiamente japonés, primero sólo reservado a la nobleza, los samurai, y que hasta fines del siglo pasado no llegó a extenderse entre toda la población.